martes, 3 de junio de 2008

LA GUERRA DE MAX FRIDMAN.


Presentado en el último Saló de Barcelona, el retorno del mejor Vittorio Giardino a las estanterías de las tiendas no podía ser de otra manera que con la vuelta de su personaje más conocido. Y que publique Giardino es ya de por sí un acontecimiento, dadas las dificultades que este diseñador industrial metido a dibujante de tebeos encuentra para publicar sus elaborados trabajos.
La conclusión de la última aventura del espía y aventurero de los servicios secretos suizos es, probablemente junto con su obra más laureada "Jonas Fink", su trabajo más personal. No en vano, las correrías de Fridman en busca de su amigo desaparecido, por una España cubierta por el velo de sangre de una guerra fratizida, han tardado en completarse la friolera de 10 años.
Prodigio de documentación y de trazo limpio y preciosista (con los años Giardino ha ido depurando su estilo de corte realista y línea clarísima hasta convertir sus viñetas en pequeños cuadros), su visión del conflicto a través de los ojos de un extranjero (un exbrigadista internacional desencantado) se aproxima más al análisis crítico de "Tierra y Libertad" de Loach que al romanticismo de cartón-piedra de Hemingway. Y en la primorosa edición que Norma ha hecho del tercer álbum de "¡No pasarán!" (elocuentemente subtitulado "sin ilusión"), al igual que en los dos precedentes, se nos regala un prólogo a modo de resumen e introducción que nos pone en antecedentes (es recomendable, no obstante, releer de golpe los tres volúmenes), preparándonos para un final no por previsible menos amargo. El personaje, que ha evolucionado a lo largo de sus muchos años de aventuras hacia el excepticismo, parece completar un ciclo con este periplo en busca de su pasado. De este modo, y en el tramo final de una de las últimas guerras románticas del Occidente europeo (pocos tiempo después, la 2ª Guerra Mundial vendría a multiplicar por diez el concepto de guerra justa), las peripecias e intrigas políticas acabarán por pasar factura física y moral al ya ajado protagonista, dejándonos la sensación de que, a pesar de que algunos de las misteriosas lagunas en su historia se han resuelto, su vida como aventurero, espía y trotamundos toca a su fin. Y ese regusto amargo que nos queda al terminar toda buena historia, no puede hacernos olvidar en ningún momento la sensación de que la espera ha merecido la pena.

2 comentarios:

Castedo Merinero dijo...

Cuando me dejaste los otros dos volúmenes me gustaron, aunque empecé a leerlos un par de meses después (debían reposar en casa seguramente) así que casi es necesario completar la trilogía de Max Fridman.
Valdrá la pena, sin lugar a dudas.

SALVATRON dijo...

Ya te lo dejaré fistro.