jueves, 20 de noviembre de 2008

UN GOYA PARA EL TÍO JESS.








¡Coño, me hacen un homenaje en España, y antes de palmarla!










La prensa se hace eco estos días de que le van conceder un goya honorífico a toda su carrera al inclasificable director de cine Jesús Franco. Y yo que me alegro, aunque la verdad es que a mi ésto de los premios de la Academia, como ya he comentado en alguna ocasión, me la trae bastante al pairo. Digo que me alegro por lo que supone de reconocimiento a la figura de uno de los outsiders de nuestra industria cinematográfica, en la que por otra parte no suelen ser muy dados a homenajes a según que tipo de creadores.
Franco es uno de los últimos realizadores libres (sinó el único) que quedan en este país. Sus comienzos con Bardem y sus películas de principios de los 60 como "Rififí en la ciudad" o "La muerte silva un blues" le granjearon las simpatías de la crítica, pero sería "Gritos en la noche" de 1962 el film que terminó por llevarlo al éxito. Con posterioridad, su experiencia como operador de Orson Welles en varias de sus películas más emblemáticas ("Campanadas a medianoche") le darían la experiencia para acometer con firmeza el rodaje varios films hasta que, en el año 67, la horror-movie "Necronomicón" y su presentación en el Festival de Berlín le volvieron a granjear el aplauso del público.
Su talante antifranquista le hizo exiliarse y a partir de los 70 multiplicó su producción, a la manera de Roger Corman, hasta llegar a rodar alrededor de 8 o 9 producciones de bajo presupuesto al año. Terror, aventuras e incluso porno formaron parte de la extensa variedad de géneros que el director madrileño produjo y dirigió durante esa década, creando films de culto instantáneo como "Las Vampiras", o una más que digna versión del "Drácula" de Stocker protagonizada por Cristopher Lee.
En los 80 y 90 el cine para adultos le proporcionó financiación para proyectos más personales como "Don Quijote de Orson Welles", montada a partir del material de la película inacabada del director norteamericano, y unos años después sería homenajeado en Nueva York, reivindicándose de este modo su larga trayectoria.
Su autobiografía, que se publicó recientemente con el título de "Memorias del Tío Jess" es un auténtico compendio de divertidas anécdotas, aventuras a lo largo de sus rodajes por todo el mundo y una declaración de amor al Jazz, la música que ama y que ha sido el leit motiv de gran parte de su obra. Porqué al fin y al cabo Jess Frank, o Lulú Laverne, o Clifford Brown, todos ellos seudónimos del mismo hombre de cine, del mismo creador de ilusiones cuyas (en muchas ocasiones) locas ideas a veces pueden crear vegüenza ajena, es de esos pocos directores que quedan ya que siguen haciendo películas con las tripas y no con la cabeza.
Y que sea por muchos años, Tío Jess.

5 comentarios:

Carlos Castedo dijo...

Sabes que no me gusta Jesús Franco, al menos las diez o doce películas suyas que he visto, pero sin embargo creo que su homenaje es justo y necesario.
Larga vida al tío Jess.

SALVATRON dijo...

La verdad es que a mí de las 180 pelis aprox. que tiene, gustarme gustarme, me gustan 7 u 8. Lo que pasa es que me parece un tío con unos cojones muy gordos que siempre ha hecho lo que quería hacer.

Anónimo dijo...

Particularmente, lo que he visto de Jesús Franco no me ha gustado, pero reconozco que por su trayectoria el homenaje es merecido.

Ariel Luque dijo...

Sinceramente, desconozco el cine de Franco. A lo mejor esto se debe a que no soy amante del terror, he escuchado su nombre pero no he podido ver nada de él. Voy a tratar de saldar mi cuenta con este director. Un abrazo!

Ariel.

SALVATRON dijo...

Ariel, Jesús Franco es lo más aproximado a un Ed Wood en versión cañí. Las referencias que he puesto en la entrada te pueden servir de guía.