miércoles, 1 de octubre de 2008

LUCES Y SOMBRAS SOBRE EL HOMBRE MURCIÉLAGO (I).

El estreno de "El Caballero Oscuro", estupenda (y superior) secuela de "Batman Begins", me ha llevado a reflexionar sobre por qué el personaje de Bob Kane es para mí, probablemente, el superhéroe (¿o habría que decir vigilante enmascarado?) más interesante de un subgénero en el que parece que todo está explicado y/o reinventado. Christopher Nolan ha hilado con habilidad parte de las tramas de la magnífica "La Broma Asesina" (Alan Moore-Brian Bolland) y la interesante "El Largo Halloween" (Jeff Loeb-Tim Sale), utilizando como eje vertebrador de las mismas el tema de la dualidad y el concepto de héroe.

(A la izquierda) primer boceto de Batman por Bob Kane.

Pero alejándonos del film y yendo a su versión original, es decir la de los tebeos, deberíamos señalar en primer lugar que, al igual que algunos de sus referentes de origen pulp ("La Sombra" de Walter B. Gibson sería un buen ejemplo), ese concepto de dualidad, cuyo punto de partida es la propia escisión del héroe en dos desde el momento en que decide tener una identidad secreta y una pública, es el eje sobre el cual gira permanentemente la esencia del Hombre Murciélago. Ese concepto tan básico derivará, en su inevitable proceso de evolución, hacia dilemas de mayor calado ético o filosófico. La clásica y manida contraposición El Bien-La Luz vs. El Mal-La Oscuridad, con origen en las religiones monoteístas mayoritarias (cuyos orígenes tienen una base mística y mítica común), ya parecía quedarse corta en la idea original de Kane. Visualmente inspirado en "El Zorro", el origen de Batman ya partía de una idea claramente rompedora en aquellos ingénuos primeros tiempos del comic-book: el hecho de ser un héroe nacido a partir de un claro sentimiento de venganza (por supuesto hablamos del asesinato de sus padres). Y si bien es cierto que con el tiempo el personaje fue perdiendo ese tono oscuro a favor de tratamientos claramente más infantiles y maniqueos (la incorporación de Robin aceleró ese proceso), también lo es que a partir de los años 70 los nuevos aires contraculturales y el aliento renovador de artistas como Neal Adams terminarían de redimensionar la personalidad del cruzado enmascarado.
No olvidemos que son precisamente la vulnerabilidad y la humanidad los dos factores que hacen diferente a Batman de otros superhéroes. Esa absoluta carencia de habilidades o poderes especiales y la conciencia que el mismo personaje tiene de esa condición lo convierten en terreno abonado para introducir historias de marcado carácter psicológico. Y la búsqueda de esos dobleces, de esas aristas en la personalidad de un hombre que está voluntariamente condenado a ser el protector de una ciudad asolada por el crimen y la locura, será precisamente el factor que desencadene en la siguiente década (los prolíficos 80) la aparición de guionistas y dibujantes que den un sesgo mucho más adulto a las ficciones protagonizadas por el multimillonario Bruce Wayne y su eterno alter ego, convirtiéndolo así en uno de los iconos populares (junto con Superman, su vecino en DC Comics) con más presencia en los medios de comunicación de masas.

(Continuará...)

2 comentarios:

Carlos Castedo dijo...

Brillante análisis de tu afición a este superhéroe (no sabía que era de tus favoritos).
Cuando recupere la película, que tantas ganas tenía de ver y me perdí, la veré con algo más de culturilla.

SALVATRON dijo...

Este es el mes del muerciélago. Te recomiendo mucho la peli de Nolan (este año se lleva seguro algún Óscar).
Ahora mismo estoy flipando con el "Batman año 100", del dibujante y guionista supercool Paul Pope (su pinta en persona es como la de una estrella del rock). Hace tiempo que no me absorvía tanto un tebeo.