martes, 9 de diciembre de 2008

UNA DEL OESTE.

Parece que ultimamente estamos asistiendo a la resurrección del Western como género a tener en cuenta. Este año dos producciones parecen haber recuperado el lustre que antaño tuvo: la primera ha sido "El tren de las 3:10" (en realidad se ha estrenado con un retraso de más de un año en nuestro país), de James Mangold, donde unos acertados Christian Bale y Rusell Crowe asumen y reinventan los papeles de Van Heflin y Glenn Ford en el film de Delmer Daves. La segunda es "Appaloosa", dirigida por Ed Harris, produccion del año 2008 de la que me ocuparé en estas líneas.
Harris es un estupendo actor que debutó en la dirección hace bien poco. Lo cierto es que la crítica puso a caer de un burro su biopic del pintor Jackson Pollock estrenado en el año 2000 (me abstendré de hacer comentarios puesto que no la he visto). Ocho años después, se pone de nuevo tras la cámara para contarnos una historia absolutamente diferente. Enmarcada en ese período de la historia norteamericana tan reconocible, el de los hombres a caballo con sombrero y revólver al cinto, debo reconocer que no veía unas maneras tan clásicas desde "Sin Perdón".
Es "Appaloosa" una película con una fuerte base literaria y eso se nota. Basada en una novela de Robert B. Parker (que desconozco), la historia nos presenta a dos personajes principales cuya idiosincrasia nos recuerda a arquetipos mil veces vistos en otros films. Los pacificadores o marshalls federales, que vagaban de un pueblo a otro para imponer la ley, aparecen en este caso en el pueblo que da nombre a la película para sustituir al anterior, que ha sido asesinado por un terrateniente. Precisamente ese crimen y su artífice, interpretado por Jeremy Irons, son el punto de partida y el motivo en torno al cual gira toda la película. Bueno, eso y el poderoso influjo que los mohines de Renée Zellweger (probablemente en la peor actuación de su carrera), ejercen sobre el durísimo tipo que encarna el actor-director de esta historia, el agente de la ley Virgil Cole. Porqué si Everett Hitch, interpretado por Mortensen, es el fiel amigo, ayudante, corrector lingüístico (quien vea la peli entenderá el por qué) y conciencia de Cole, la mujer que se interpone en esta historia de amistad a la vieja usanza entre estos dos hombres es, sin lugar a dudas, el desencadenante del curso que toman los acontecimientos y del final en que desembocarán también. Esa amistad, con claras reminiscencias al cine de Hawks e incluso al de Peckinpah, es el sustrato que conforma la esencia de los dos héroes, cuyo destino parece irremediablemente unido precisamente hasta su llegada al lugar donde transcurren los hechos.
El protagonista de "El show de Truman" nos explica todo este entramado a través de unos diálogos incisivos (en los títulos aparece acreditado como co-guionista), en ocasiones brillantes. Recurre a una planificación sosegada, con abundancia de planos secuencia y momentos en que la cámara se queda fija, como escuchando a los actores. Porqué este es un film de actores, lo cual no quiere decir que renuncie a la acción y a los tiros, como en toda buen peli del Oeste. Es sólo que los tiroteos, las persecuciones y los muertos aparecen convenientemente dosificados, en puntuales estallidos de una violencia seca. Y esa escenas de acción tan deliveradamente sobrias nos recuerdan precisamente ese tono de contención que el director ha querido dar a todo el film, valorando por encima de la espectacularidad la compleja telaraña de relaciones que se establece entre todos los personajes.
Es ésta pues una buena muestra de que las películas del Far West a la vieja usanza siguen funcionando siempre y cuando se hagan, como en este caso, desde el respeto a un género que desde luego ha pasado por momentos mejores.

3 comentarios:

Ariel Luque dijo...

Todabia no he tenido la oportunidad de verla. Ed Harris demostro en la historia del gran Pollock su talento como director! Espero ver este film para confirmar si fue suerte o talento! Un abrazo grande!

Ariel.

Carlos Castedo dijo...

La vi con Amparo el domingo y no me dijo nada nuevo, Zellweger está regularcilla como tú dices y se me hizo un pelín larga. Tampoco acabé de entender la evolución del personaje de Irons ni entreví nada interesante en los personajes secundarios. En fin, ni fu ni fa.

SALVATRON dijo...

Ciertamente, el villano es un personaje un tanto ambigüo. Mi opinión es que en realidad la historia trata más del proceso y la evolución de la amistad de los dos protagonistas (impresionantes ambos, sobre todo Mortensen)que de lo malo que es el personaje de Irons.

Sobre gustos, Ariel, como ves colores. Yo sí te la recomiendo.